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Las emociones y la imagen corporal

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) engloban varios síntomas crónicos y progresivos que, a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad consisten en una gama muy compleja de síntomas entre los que prevalece una alteración o distorsión de la auto-imagen corporal, un gran temor a subir de peso y la adquisición de una serie de valores a través de una imagen corporal.

Un trastorno en la alimentación es una enfermedad causada por la ansiedad y por una preocupación excesiva por el peso corporal y el aspecto físico, relacionada con la alteración de los hábitos alimenticios comunes.

La IMAGEN CORPORAL uno de los temas más complejos y tratados en los TCA.

La persona que padece algún trastorno en su alimentación basa en la comida (un particular significante al que la persona enferma otorga un significado específico de acuerdo a diversos factores psicológicos y evolutivos) todos los pensamientos y actos que forman parte de su cotidianidad, sintiéndose hiper dependiente de esa idea, y viviendolo como una realidad, con lo cual el alimento se convierte, entonces, en el eje a partir del cual gira la vida y el mundo de relación de la persona que padece el trastorno. Esto lo veo en el consultorio muchísimo y después veo cómo instrumento de trabajo con caballos nos ayudan a dar brincar y adelantar e poder ir conciliando y aceptando su cuerpo.

De todos los factores psicológicos que causan los TCA, la insatisfacción con él cuerpo es el antecedente más evidente. Sin dejar a un lado los emocionales, familiares, sociales, contextuales, etc.

Se estima que en mujeres adolescentes de entre 12 y 21 años, la prevalencia de anorexia nerviosa se sitúa en el 0,3-0,4 %; la de la bulimia nerviosa, entre el 0,7-0,8 %, y la de los TCA no especificados se sitúa en el 2,8-12,6%. Entre 50 y 70% de las mujeres mayores de 30 años expresan inconformidad con su peso corporal y del 30 al 45% han realizado dieta restrictiva en los últimos cinco años. En México, un estudio realizado con mujeres de 25 a 45 años de edad, encontró que 79% reportó insatisfacción, de las cuales 70% quería adelgazar, pese a casi la mitad eran normopeso, mientras que 43% de las satisfechas tenían bajo peso; entre las CAA, destacaron las compensatorias (17%), el atracón o episodios de sobrealimentación (12%) y la dieta (6%). Un segundo estudio, realizado con mujeres de entre 34 y 46 años de edad, señala que la interiorización del ideal de delgadez y la insatisfacción se asociaron con más motivación para adelgazar, atracón y sentimientos negativos posteriores, pero sólo estos últimos correlacionaron con un mayor peso corporal.

Viendo estas cifras podemos observar que el rango en que las mujeres se ven afectadas por los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es muy amplio y no es exclusivo de alguna generación o sector demográfico. En muchos casos las afectadas se ven presionadas principalmente por como se ven ante la sociedad, la imagen que presentan ante sus familiares y/o conocidos es lo que las lleva a tomar ese camino.

Existen diferentes tratamientos para los combatir los TCA, uno de ellos es a través de los caballos, con estos fabulosos animales trabajamos: conciliación corporal, el poder y la humildad (no se trata de dominancia y sumisión), la rebeldía, aceptación de uno mismo, aceptación de otras realidades, la amistad, las relaciones, qué ofrezco, qué doy al animal, qué me da él a mi, qué cura de mi. El equilibrio, los afectos. La firmeza vs. agresividad, la espiritualidad, vínculos, límites, conciencia, etc.

Estar cerca de estos animales produce las más diversas emociones, desde el rechazo a la ternura, con ellos surgen siempre sentimientos diversos como miedo, temor, ternura, sentimiento de libertad, naturalidad, emociones relacionadas con el calor que producen si los abrazamos (siendo tan grandes nos hacen sentir pequeños, quizá inconscientemente nos recuerde al calor de nuestra infancia.

Como se ve, frente a estos magníficos animales las posibilidades de que nos ayuden a manejarnos con nuestras humanidades son grandes y las posibilidades de que podamos aprender de nosotros mismos con ellos, también lo son.

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