Desde muy pequeños se nos ha enseñado a sobresalir y en muchos casos a ser el mejor sin importar lo que cueste, esta situación llega a ocasionar problemas en la vida profesional, personal y familiar ya que empezamos a ver con envidia los logros de otras personas y evidentemente nos ponen en una situación de vivirnos como menos, desvalorarnos y sentirnos que no somos suficiente.
Si bien este tipo de actitud se puede encontrar más en el ámbito laboral, ya que a este tipo de personas le cuesta ver como gente igual o menor a ella supere sus habilidades y cualidades y progrese más rápido que ellos, a esto se le llama Síndrome de Procusto, sin embargo, no dejemos fuera que en familias puede traer envidias, celos, resentimientos; así como distancia y competencia lo cual merma en las relaciones familiares.
Una persona con el Síndrome de Procusto, vive una continua sensación de frustración y cuenta con poco control de sus emociones, son personas muy sensibles y emocionalmente inestable cualquier mínima crítica a sus capacidades o errores lo asumirán como un enfrentamiento grave.
Aunque tratan de acaparar todas ls tareas para buscar sobresalir, normalmente eluden sus responsabilidades para interferir en el trabajo de sus compañeros y evitar que sobresalgan en su trabajo.
Este síndrome se aborda con terapia psicológica, por ello dentro de una empresa la capacitación constante a los equipos de trabajo evita que el personal comience a desarrollar estas conductas.